Los sabores pueden hacernos revivir esos lugares donde los probamos por primera vez o donde encontramos los mejores e inolvidables.
Los colores brillantes y los sabores frescos y apetitosos del gelato italiano hacen que el mar sea casi imposible separar el sabor del pistacho de una plaza en Positano, o los sabores del limón de la costa amalfitana.
Sabemos que entre los mejores helados se encuentran los auténticos gelatos italianos. La calidad de los helados puede ser realmente buena, y sin embargo no lograr marcar la diferencia. Básicamente, todos los gelatos difieren de los helados en el porcentaje de crema de leche que contienen, lo que resulta en un menor contenido de grasa láctea. Pero la mayoría de los gelatos también contiene más ingredientes saborizantes que los helados. El gelato se bate más lentamente que el helado, incorpora menos aire, y el azúcar extra inhibe la formación de cristales. Con menos grasa cubriendo el paladar y menos aire diluyendo el sabor, los gelatos hacen resaltar los sabores de los ingredientes al probarlos. Y, a pesar de que el nombre literalmente significa “congelado” en italiano, los gelatos se han conservado tradicionalmente justo por encima de la temperatura de congelación.
En una ocasión los cocineros de Seabourn, Franck Salein y Kurt Timmermans hablaron con el chef culinario Anton Egger acerca de la calidad de los helados servidos a bordo de los barcos de Seabourn. En la conversación intercambiaron ideas sobre los sabores que habían degustado en Italia. Esto comenzó a obsesionar a los chefs acerca de la manera en que podrían lograr elaborar un gelato genuinamente artesanal que coincida con el mejor disponible en Italia.

Este plan los llevó inicialmente al trío de chefs a la Universidad del Gelato fundada en Bolonia, Italia, por Carpigiani, el líder mundial en fabricación de máquinas para hacer helados. Después de semanas de extensas investigaciones en la universidad, aprendieron sobre la historia y los aspectos técnicos en la producción de gelato.
Este emprendimiento, y la pasión que involucraron, Seabourn comenzó a presentar una nueva línea de auténticos gelatos artesanales a bordo, comenzando por el Seabourn Encore y el Ovation. Una de las claves de la calidad es la instalación de máquinas de gelato fabricadas por Carpigiani en Bolonia.
La producción a bordo comenzó a incorporar una nueva gama de sabores clásicos, que incluye cerezas amarena, amaretto, dulce de leche, stracciatella, pistacho siciliano, aceite de oliva virgen extra, bourbon vainilla y capuchino de Bolonia. Los sabores de gelato a base de fruta que se ofrecen incluyen la naranja roja o sanguina, coco, kumquat, mora, baya silvestre, ruibarbo, yuzu, grosella negra y cereza negra. Para garantizar que el menú de gelato refleje los destinos por donde navegan los barcos, se ofrecerá un sabor especial diario de cada puerto donde los chefs puedan obtener ingredientes locales o únicos, como los jugosos limones que se cultivan en la costa de Amalfi. También se produce una variedad de gelatos diferentes sin azúcar añadido.
Detrás de esta historia prevalece la decisión de los chefs de Seabourn en contar con el mejor producto de su tipo en el mar, ofreciendo un producto y sabores auténticos. “Muchos de nuestros huéspedes disfrutan de la textura suave y sedosa del helado y del rico sabor que se presenta mientras que saboreas, llevándote directamente a las pintorescas calles de Italia”, según palabras del chef. Los productos elaborados en casa y artesanalmente se convierten en un preciado regalo para todos los huéspedes.